Cuando uno se marca como objetivo el logro de una meta particular, lo hace
porque, entre otras cosas, espera poder alcanzarla con un nivel de éxito aceptable.
Lógicamente, las probabilidades de realización de tal tarea serían muy pequeñas si
desde un principio aceptáramos nuestra incapacidad para llevarla a buen término.
Así pues, parece innegable el papel que las expectativas de logro juegan en el resultado
final de una actividad determinada, en el caso de que se intente realizarla.
En el contexto escolar uno de los factores que inciden de forma significativa
sobre el nivel de expectativa de logro de los alumnos es la conducta del profesor.
A lo largo de este trabajo tendremos la oportunidad de ver el alcance de la afirmación
anterior, así como los posibles vínculos que unen las expectativas del profesor,
las del alumno y el rendimiento de este último. Una de las hipótesis de las
que partimos es que las expectativas del profesor determinan, en mayor o menor
grado, el rendimiento del alumno.
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